
En penumbra,
en las sombras,
en un halo
me envuelve
un hombre
que me abraza,
que recorre mi cuerpo
acaricia mi alma
renace en mis sentidos
resurge en mis entrañas.
Sus ojos
me penetran me
invaden y en
mi mente
su tranquila mirada
se transforma en velero
que navega en mis aguas
y mi mar encrespado
poco a poco se calma,
le acoge, le arrulla,
balancea su barca
y me convierte en fuego
y su velero en llamas
y sin querer
ardemos, los dos
de madrugada.
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